Sobre mí
La discapacidad no me define; lo que me define es mi lucha por aceptar, perdonar y construir.
''Cuando te quedas desnuda delante de la vida tienes que parar y respirar. Tienes que preguntarte si quieres seguir viviendo, sobre todo, si quieres seguir viviendo así. Creo que es el momento de aceptar y tirar adelante. Y eso cambia totalmente la perspectiva de tu vida''.
Manifiesto
Las segundas oportunidades siempre fueron las mejores.
Los límites no están sólo para superarlos, están para reinventarse.
No se trata de evitar el dolor, sino de vivirlo para acabar amándolo.
Lo imposible es aquello que no intentas.
Hay que perder el control para que la vida no te controle.
En la vida o juegas con fuerza o pierdes tus fuerzas.
Siempre habrá un último baile.
Arriésgate a una última vez siempre.
El éxito es retar tu día anterior cada día.
Deja de decir y empieza a hacer.
Sé tú el cambio.
[...]
Un giro inesperado en la vida
En 2018 mi vida cambió para siempre. Me diagnosticaron una enfermedad autoinmune y, como si eso fuera poco, me enfrenté a la soledad del sistema. Sin recursos médicos ni terapias adecuadas, me sentía atrapada en un laberinto sin salida.
Luchando contra todo y contra todos
Encontré un refugio en el deporte. Me dio algo que el resto del mundo no podía ofrecer: una razón para levantarme cada día. Empecé a competir, a ganar medallas, incluso llegué a lo más alto en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Pero detrás de esos triunfos, mi cuerpo seguía luchando una batalla silenciosa.
La transformación del dolor en propósito
En ese momento crucial, apareció Patricia, una médico rehabilitadora que no solo me devolvió la fe en la medicina, sino que me ayudó a aceptar mi enfermedad. Gracias a ella, entendí que el perdón no es para los demás, sino para uno mismo. Y que cuidarse es la mayor forma de amor propio.
Mi historia

Mi legado para el mundo
Hoy, quiero devolverle al mundo todo lo que aprendí en este recorrido. Quiero transmitir que la vida es una aventura que merece ser vivida, sin importar las limitaciones. Y al mismo tiempo, contribuir a mi proyecto de vida, la asociación Más Vida Contigo, diseñada para ofrecer lo que yo no tuve: recursos médicos, terapias físicas, apoyo psicológico, y orientación burocrática para quienes enfrentan enfermedades o discapacidades.
Mi historia
I. Un giro inesperado en la vida
En 2018 mi vida cambió para siempre. Hasta entonces, era una persona activa, trabajadora y con ganas de conquistar el mundo. Pero el estrés, acumulado como una montaña silenciosa, decidió cobrar su factura. Sin previo aviso, mi cuerpo se paralizó, y la incertidumbre se convirtió en mi compañera más fiel. Me diagnosticaron una enfermedad autoinmune y, como si eso fuera poco, me enfrenté a la soledad del sistema. Sin recursos médicos ni terapias adecuadas, me sentía atrapada en un laberinto sin salida.
Aceptar lo que me estaba ocurriendo era lo más difícil. Huía de mi realidad, de mi silla de ruedas, de mi cuerpo cada vez más limitado. Pero, como suele pasar en la vida, no se puede huir para siempre. En el punto más bajo, incluso mientras pensaba que no podía más, descubrí algo que cambiaría todo: el poder del deporte y de la aceptación.
II. Luchando contra todo y contra todos
La lucha no era solo física, sino emocional. A cada paso que daba, tropezaba con barreras: un sistema médico que no me apoyaba, burocracia que me asfixiaba, y diagnósticos que ponían en duda mi salud mental. Incluso un neurólogo me llamó “loca”. Esa palabra fue una daga en el corazón, un detonante que me llevó al borde del abismo. Recuerdo aquel día, en la montaña, mirando al vacío y sintiendo que era mi única opción. Pero no salté. En lugar de eso, lloré, grité y decidí que, aunque fuera el camino más difícil, iba a luchar por mi vida.
El aislamiento del COVID-19 fue otra prueba. Pero en ese encierro, entendí algo importante: la salud es el pilar de todo. Si no te cuidas, nadie lo hará. La empatía, tanto con uno mismo como con los demás, se volvió un mantra. Y aunque el sistema seguía dándome la espalda, encontré un refugio en el deporte. Me dio algo que el resto del mundo no podía ofrecer: una razón para levantarme cada día. Empecé a competir, a ganar medallas, incluso llegué a lo más alto en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Pero detrás de esos triunfos, mi cuerpo seguía luchando una batalla silenciosa.
En ese momento crucial, apareció Patricia, una médico rehabilitadora que no solo me devolvió la fe en la medicina, sino que me ayudó a aceptar mi enfermedad. Gracias a ella, entendí que el perdón no es para los demás, sino para uno mismo. Y que cuidarse es la mayor forma de amor propio.
III. La transformación del dolor en propósito
Con los recursos adecuados y una silla de ruedas que antes rechazaba, encontré algo que nunca pensé recuperar: mi vida. Pude adaptarme, recuperarme y, sobre todo, encontrar mi lugar en el mundo. Dejé de luchar contra mí misma y comencé a abrazar mi realidad. La discapacidad dejó de ser una carga para convertirse en una herramienta, no solo para mi vida, sino para transformar la de los demás.
Ese cambio de perspectiva lo cambió todo. Entendí que no era solo mi historia, sino la de miles de personas que, como yo, enfrentan enfermedades, accidentes o discapacidades, y no tienen los recursos ni el apoyo necesario para salir adelante. Mi propósito se volvió claro: nadie debería pasar por lo que yo pasé.
IV. Nace Más Vida contigo
Hoy, quiero devolverle al mundo todo lo que aprendí en este recorrido. Por eso nació Más Vida Contigo, una asociación diseñada para ofrecer lo que yo no tuve: recursos médicos, terapias físicas, apoyo psicológico, y orientación burocrática para quienes enfrentan enfermedades o discapacidades. Aquí, nadie estará solo. Habrá herramientas prácticas, desde fisioterapia funcional hasta terapias online, y convenios con clínicas que harán que lo básico —como caminar, peinarse o simplemente sonreír— vuelva a ser posible.
Al mismo tiempo, con la marca MMR, quiero transmitir que la vida es una aventura que merece ser vivida, sin importar las limitaciones. Cada gorra, cada camiseta será un símbolo de resiliencia, de lucha, y de aceptación.
Mi misión es clara: construir un futuro donde nadie se sienta abandonado, donde todos tengan un lugar al que acudir, y donde se celebre la vida tal como es, con sus imperfecciones, desafíos y, sobre todo, su inmenso valor.
V. El mensaje que quiero dejar al mundo
Mi vida ha sido un recorrido de lágrimas, caídas, pero también de risas y aprendizajes. La discapacidad no me define; lo que me define es mi lucha por aceptar, perdonar y construir. Hoy sé que la vida merece ser vivida de principio a fin, y quiero que todos lo sepan también. Más Vida Contigo y MMR no son solo proyectos, son el reflejo de mi alma y mi legado para el mundo. Porque si algo he aprendido, es que la única locura en esta vida es dejar de amarla.
Juntos, podemos cambiar la forma en que se vive la discapacidad. Porque todos, tarde o temprano, necesitaremos una mano que nos levante, y yo estoy aquí para ofrecerla. La vida merece la pena, siempre.